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Tetrapodophis amplectus, serpiente con cuatro patas del Cretácico de Brasil

La aparición de un nuevo fósil en Nova Olinda (Brasil) confirma que, en su origen, las serpientes tenían cuatro extremidades ­–dos anteriores y dos posteriores– con dedos. Tetrapodophis amplectus vivió durante el Cretácico Inferior (hace entre 146 y 100 millones de años) en las madrigueras del antiguo bloque continental llamado Gondwana.
Ilustración de la serpiente de cuatro patas Tetrapodophis amplectus. (Julius T. Cstonyi)
Los descubrimientos recientes de algunos fósiles de serpientes apuntaban a que las serpientes primitivas poseían dos pequeñas extremidades al final de su alargado cuerpo sin una función específica.
Un nuevo estudio que publicado en Science, por un equipo internacional de científicos presenta un nuevo fósil descubierto en Brasil que tiene cuatro patas y ofrece una visión más clara de cómo evolucionaron estos reptiles.
Tetrapodophis amplectus tiene un cuerpo largo y una cola muy corta, como las de un animal excavador”, indica a Sinc Nicholas R. Longrich, investigador de la Universidad de Bath (Reino Unido) y coautor del estudio, quien recalca que el hábitat de estas primeras serpientes era terrestre.
El fósil presenta características similares a las que aún tienen las serpientes modernas: colmillos, hocico corto o ausencia de párpados y de aberturas en los oídos. «Estos rasgos apuntan a que esta especie y por tanto el origen de las serpientes se produjo en madrigueras”, explica Longrich.
A través del análisis de ADN y de las características morfológicas de Tetrapodophisamplectus que se compararon con el de otras especies, los autores sugieren que la criatura de cuatro patas es un antepasado de las serpientes actuales.
Imagen de las patas traseras del fósil de Tetrapodophis. (Dave Martill)
La nueva especie se desplazaba arrastrándose sobre el vientre como el resto de sus parientes, lo que indica que las piernas no se utilizaron para caminar si no para agarrar a sus presas o a otros ejemplares para aparearse”, comenta el experto.
Según el estudio, la mandíbula alargada y flexible, junto a la estructura de sus vértebras, que le aportan una gran flexibilidad, pudieron haberse utilizado para atrapar presas grandes. De hecho, en el vientre del fósil se han encontrado restos de otro animal.
Tetrapodophis tenía un pequeño animal en su vientre, posiblemente un lagarto o una rana, lo que demuestra que las primeras serpientes eran carnívoras y no insectívoras como se había sugerido. Eran grandes depredadoras”, subraya el investigador británico.
El origen geográfico de estos animales
Además, el descubrimiento del nuevo fósil ha permitido a los científicos esclarecer el origen geográfico de las más de 3.000 especies de tetrápodos que conforman estos reptiles.
Muchas otras especies fósiles como Najash y Dinilysa, descubiertos en Argentina, y otros ejemplares hallados en África, pertenecieron a la misma región de donde procede Tetrapodophis, Gondwana”, destaca el científico.
Esto significa que el origen de las primeras serpientes se produjo hace unos 115 millones de años en el hemisferio sur actual, cuando África y América del Sur estaban unidas”, concluye Longrich.
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Primer análisis detallado y exhaustivo sobre el hueso del oído de los cinodontes del Triásico

Durante mucho tiempo se ha creído que el hueso del oído llamado estribo, uno de los huesos más pequeños en los ancestros de los mamíferos, no muestra diferencias entre las especies.
Ahora, el doctor Leandro Gaetano y el profesor Fernando Abdala, del Instituto de Estudios Evolutivos de la Universidad de Witwatersrand, en Sudáfrica, han completado el primer análisis detallado y exhaustivo sobre el hueso del oído de los cinodontes del Triásico, y han encontrado algunas variaciones notables en la morfología de este hueso, incluso entre animales de la misma especie.
«Nadie ha prestado realmente atención a este pequeño hueso antes. Al estudiar este hueso del oído de cinodontes del Triásico (los precursores de los mamíferos, incluidos los humanos), empezamos a ver esas diferencias en los dos últimos años«, dice Gaetano. Los resultados de este estudio, que es sólo la primera parte de un proyecto de investigación mayor, se publican este miércoles en la revista Plos One.
El único hueso del oído en los antepasados de los mamíferos, el estribo, se ha registrado en muchos cinodontes del Triásico (entre hace 220-250 millones de años). El estribo es un hueso rectangular con un agujero en el centro rodeado de columnas anteriores y posteriores de hueso. Es el único hueso del oído medio y permite la transmisión de las ondas de sonido desde el tímpano al oído interno.
«Pocas contribuciones estudiaron el estribo en cinodontes y se ha considerado históricamente como un elemento conservador que no muestra diferencias entre las especies. Sorprendentemente, hemos descubierto que hay variaciones notables en la morfología de este hueso, incluso dentro de los representantes de la misma especie«, afirma Gaetano.
Uno de los principales problemas sin resolver en cuanto al oído del cinodonte tiene que ver con la posición y características del tímpano, para lo cual se han propuesto tres teorías principales que compiten. «El estribo del cinodonte sugiere que las ondas de sonido en estos animales se transmiten al oído interno desde un tímpano en la parte posterior de la mandíbula inferior a través del estribo y los huesos quadrate«, dice Abdala.
Este experto añade que sus investigaciones están en curso, por lo que no se sabe todavía si las diferencias también implican distintas capacidades auditivas, por lo que su investigación más profunda se centrará en cómo estos huesos cambian desde el animal más joven hasta el más antiguo de una especie.

La contribución de Gaetano y Abdala proporciona una mejor comprensión del sistema auditivo en los cinodontes y su evolución, destacando la variabilidad de la anatomía ósea del oído medio. Esos científicos están estudiando actualmente el cambio en este hueso durante el crecimiento de un cinodonte sudafricano del Triásico.

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