Un grupo de científicos se dio a la tarea de obtener mayor información sobre los temidos dientes utilizando una nueva técnica que combina el análisis isotópico con imágenes de rayos X, con la que escanearon cráneos de «dientes de sable» de una gran colección de fósiles.
Los resultados, publicados este miércoles en la revista científica PLoS ONE, muestran que los colmillos del Smilodon fatalis, crecían a un ritmo de seis milímetros por mes, casi el doble de rápido que los caninos de un león africano y de las uñas humanas.
Fuente PlosOne

Revelaron además que los caninos de estos felinos habían crecido totalmente cuando llegaban a los tres años de edad, lo que significa que estaban listos para cazar con la manada desde temprana edad.
Los investigadores también llevaron a cabo el escaneo de otros restos que formaban parte de la estructura ósea de los Smilodon y encontraron que para poder inmovilizar a sus presas, tenían un humero mucho más largo y rígido que otras especies de dientes de sable.
Los fósiles estudiados pertenecen al museo de La Brea Tar Pits, en Los Ángeles, California, que resultó ser unos de los más prolíficos depósitos de restos de especies que vivieron durante la Edad de Hielo en el mundo.


Los dientes caninos de los temibles felinos conocidos como «dientes de sable», del género Smilodon fatalis, que vivieron en América hace entre 700 mil años y 11 mil años, crecían al doble del ritmo en que lo hacen las uñas humanas.
Esas piezas dentales sobresalían hasta 18 centímetros de la mandíbula superior y con ellas los félidos podían destrozar cualquier animal que se cruzara en su camino, incluso mamuts, lo que le hacía un gran y temido depredador.
Al mismo tiempo, los alargados colmillos eran más vulnerables a fracturas por lo que les era imprescindible que inmovilizaran a sus presas con las patas delanteras.

Ilustración de Mauricio Antón del libro Sabertooth (2013)
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