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noviembre 2013

OJO PARIETAL

Un ojo parietal, también conocido como un tercer ojo u ojo pineal, es una parte de la epitálamo presente en algunas especies animales. El ojo es fotorreceptora y se asocia con la glándula pineal, la regulación de la ritmicidad circadiana y la producción de la hormona para la termorregulación.

Función
El lagarto reptil tuatara tiene un «ojo parietal bien desarrollado, con una pequeña lente y la retina». Ojos parietales se encuentran también en los lagartos, ranas y lampreas, así como algunas especies de peces, como el atún y los tiburones pelágicos, en los que es visible como un punto sensible a la luz en la parte superior de su cabeza. Una versión poco desarrollada, a menudo llamada la glándula parapineal, se produce en las salamandras y en pescados como el pez cebra. En las aves y los mamíferos el órgano parietal está ausente.
Anatomía
El ojo parietal es una parte de la epitálamo, que se puede dividir en dos partes principales; la epífisis y el órgano parietal. Surge como una evaginación anterior del órgano pineal o como una consecuencia separada del techo del diencéfalo. En algunas especies, que sobresale a través del cráneo. El ojo parietal utiliza un método bioquímico diferente de detección de la luz de células de la barra o las células de cono en un ojo normal vertebrado.
Muchos de los vertebrados fósiles más antiguos, incluyendo ostracodermos, placodermos, Crosopterigios, e incluso los primeros tetrápodos, tenía un enchufe en el cráneo que parece haber tenido un tercer ojo funcional. Este zócalo permanece como un agujero entre los huesos parietales incluso en muchos anfibios y reptiles vida, a pesar de que ha desaparecido en las aves y mamíferos. El tercer ojo, cuando está presente, es siempre mucho más pequeña que los principales pares de ojos, y, en las especies vivas, que siempre está cubierta por la piel, y por lo general no es fácilmente visible desde el exterior.
Entre los peces, las lampreas conservan dos ojos funcionales «tercero», que se desarrolló a partir de la glándula parietal, y el otro de la glándula pineal. Estos son uno detrás del otro en el centro de la superficie superior de la caja craneana. Debido a las lampreas están entre el más primitivo de todos los vertebrados vivos, es posible que este era el estado original de los vertebrados, y puede haber permitido las especies que habitan el fondo de las amenazas de sentido desde arriba.
Anatomía comparada
Como se muestra en las figuras adjuntas, el ojo parietal de los anfibios y reptiles aparece relativamente lejos hacia adelante en el cráneo, por lo que puede ser sorprendente que la glándula pineal humana aparece lejos de esta posición, escondido entre el cuerpo calloso y el cerebelo. También los huesos parietales, en los seres humanos, constituyen una porción de la parte posterior del cráneo, lejos de los ojos. Para entender esto, tenga en cuenta que los huesos parietales forman una parte del cráneo que se extiende entre los ojos en sarcopterigios y anfibios basal, pero se han movido más hacia atrás en los vertebrados superiores. Del mismo modo, en el cerebro de la rana, el diencéfalo, de la que surge el tallo pineal, parece relativamente más hacia delante, como los hemisferios cerebrales son más pequeñas, pero los lóbulos ópticos son mucho más prominente que el mesencéfalo humano, que es parte del tallo cerebral . En los seres humanos la vía óptica, comisura, y el puente del nervio óptico la distancia sustancial entre los ojos y el diencéfalo. Del mismo modo el tallo pineal de Petromyzon alarga considerablemente durante la metamorfosis.
Los análogos en otras especies
Los crustáceos tienen un solo ojo encima de la cabeza como un nauplio. El ojo tiene un lente y dirección sentidos de la luz, pero no puede ver las imágenes. Más tarde, los ojos segmentados más sofisticados desarrollan en los lados de la cabeza, pero el ojo inicial se mantiene durante algún tiempo. Por lo tanto es posible decir que en algún momento de los crustáceos de desarrollo tiene el «tercer ojo» también. Algunas especies, como Artemia salina, el camarón de salmuera, retienen la atención primaria, que es de tres ojos en la etapa adulta.
Muchos artrópodos tienen ojos simples, con frecuencia entre los principales ojos, llamados ocelos.

[Fuente]
http://centrodeartigos.com/articulos-informativos/article_74942.html

La serie completa "COSMOS" de Carl Sagan.

Remasterizada y subtitulada en español. Incluye actualizaciones y una introducción de Ann Druyan.

“Cosmos: un viaje personal’ es una serie documental de divulgación científica escrita por Carl Sagan, Ann Druyan y Steven Soter, cuyos objetivos fundamentales fueron: difundir la historia de la astronomía y de la ciencia, el origen de la vida, concientizar sobre el lugar que ocupa nuestra especie y nuestro planeta en el universo, las modernas visiones de la cosmología y las últimas noticias de la exploración espacial; en particular, las misiones “Voyager”. El programa de televisión estuvo listo en 1980 y constó de trece episodios, cada uno de aproximadamente una hora de duración. La música utilizada fue mayormente obra de Vangelis, y otros. La serie se ha emitido en 60 países y ha sido vista por más de 500 millones de personas. Tras el rodaje de la serie, Sagan escribió el libro homónimo Cosmos, complementario al documental.

Capítulo 1 – La Orillas del Océano Cósmico
http://www.youtube.com/watch?v=USViUlPy7b4

Capítulo 2 – Una Voz en la Fuga Cósmica
http://www.youtube.com/watch?v=EgFJ1Yb4kDU

Capítulo 3 – La Armonía de los Mundos
http://www.youtube.com/watch?v=Uw17-C6Ij7c

Capítulo 4 – Cielo e Infierno
http://www.youtube.com/watch?v=VUO0sJSgCyU

Capítulo 5 – Blues para un Planeta Rojo
http://www.youtube.com/watch?v=puKh9rDnJOA

Capítulo 6 – Cuentos de Viajeros
http://www.youtube.com/watch?v=-Jd8PaZD9M8

Capítulo 7 – La Espina Dorsal de la Noche
http://www.youtube.com/watch?v=u6W2c1qCin4

Capítulo 8 – Viajes a Través del Espacio y el Tiempo
http://www.youtube.com/watch?v=1qhk9-4lMVA

Capítulo 9 – La Vida de las Estrellas
http://www.youtube.com/watch?v=dYSmmNQnfV0

Capítulo 10 – El Filo de la Eternidad
http://www.youtube.com/watch?v=IDW4gtPaWn0

Capítulo 11 – La Persistencia de la Memoria
http://www.youtube.com/watch?v=swmdslgrw04

Capítulo 12 – Enciclopedia Galáctica
http://www.youtube.com/watch?v=hutrR2B4Tak

Capítulo 13 – ¿Quién Habla por la Tierra?
http://www.youtube.com/watch?v=axgwUvVpbag

HALLAZGO DE RESTOS FÓSILES EN URUGUAY, APORTA NUEVA EVIDENCIA DE QUE LOS PRIMEROS AMERICANOS NO LLEGARON POR EL ESTRECHO DE BERING.

El trabajo de Richard Fariña, de la Universidad de la República Uruguaya y publicado en  Proceedings of the Royal Society, aporta evidencia indirecta de la presencia de humanos hace 30.000 años en la región.

La hipótesis, se centra en unos huesos fosilizados descubiertos en 1997 en el yacimiento Arroyo del Vizcaíno, en la localidad de Sauce (35 kilómetros al oeste de Montevideo). 

Según fariña, los más de mil huesos encontrados, que pertenecen a 27 ejemplares de varias especies animales ya extintas, «revelan características que sugieren la presencia humana». 
Este elemento pone en entredicho el paradigma existente, que establece que el poblamiento americano se produjo de Norte a Sur y miles de años después. 
El equipo investigador, en el que también participaron Sebastián Tambusso, Luciano Varela, Ada Czerwonogora, Mariana Di Giacomo, Marcos Musso, Roberto Bracco y Andrés Gascue, explica que los restos de los ejemplares hallados «son de adultos jóvenes», más resistentes que los de ancianos. 
«Hay pocas evidencias de que (los fósiles) hayan sido transportados por una corriente fluvial» hasta el lugar en que fueron descubiertos, por lo que todo apunta a que podrían haber sido depositados allí por seres humanos. 
Además, «varios de los huesos muestran marcas profundas, asimétricas, microestriadas y afiladas, similares a las producidas por las herramientas de piedra de los humanos», indica el estudio, difundido en Londres a través de la citada revista el 20 de noviembre. 
De hecho, en el mismo yacimiento se encontró una pieza de piedra con forma de raspador, cuya superficie «presenta un micropulido parecido al de los utensilios usados por el hombre», explicó Fariña. 
Indico también que «el hallazgo de los huesos con posibles marcas de la presencia humana en América del Sur y tan al este como Uruguay añadirían un ingrediente más al estudio de la interacción entre los seres humanos y la megafauna, esas especies animales de grandes dimensiones que habitaron en el Pleistoceno». 
El paleontólogo reveló que las pruebas de datación por carbono 14 a las que sometieron los restos determinaron que pertenecían a un período de hace entre 27.000 y 30.000 años. 
Sin embargo, la teoría más arraigada data la llegada del hombre al continente americano «en los últimos milenios del Pleistoceno, hace 13.000 o 14.000 años», recordó. 
La hipótesis tradicional defiende que los primeros pobladores de América fueron los clovis, un pueblo de cazadores que llegó entonces desde el noreste de Asia y cruzó al noroeste de América (actual Alaska) por el Estrecho de Bering. 
Este extremo fue cuestionado recientemente por otra investigación de varios científicos de universidades españolas y alemanas, que estudiaron la genética de varias comunidades nativas del sur del continente americano y llegaron a la conclusión de que tenían orígenes diversos. 
Por ejemplo, algunos pobladores de Perú presentaban patrones genéticos propios de los habitantes de la Polinesia, por lo que podría originarse la hipótesis de que los primeros seres humanos llegaron a América en sucesivas oleadas desde diversos puntos geográficos, y no en una migración única. 
Fariña argumentó que estas investigaciones «aportan resultados al debate internacional» sobre cómo y cuándo llegó el hombre a América, pero prefirió mostrarse «prudente» antes de establecer una teoría definitiva al respecto. 
Explicó que la publicación de su trabajo en la Proceedings of the Royal Society «no significa que sea o no verdadero, porque en ciencia no hay verdades reveladas», pero de alguna forma lo valida. 
Ahora espera continuar con las investigaciones en el yacimiento de Arroyo Vizcaíno el próximo mes de enero, con la llegada del verano austral, para poder excavar más fácilmente en los sedimentos del lecho del río y dar con «más secretos de la naturaleza», como Fariña llama a los fósiles. 
En 2011 la Presidencia uruguaya informó por primera vez de la investigación, que al parecer tiene su origen mucho antes, en 1997, pero que entonces tuvo que ser suspendida por falta de fondos.

Referencia

Megistonyx oreobios, NUEVA ESPECIE EXTINTA DE PEREZOSO GIGANTE HALLADA EN VENEZUELA.

El cráneo casi completo y fragmentos del esqueleto de un perezoso gigante de la familia Megalonychidae, descubiertos en 1997 por una expedición científica a Cerro Pintado, en la Sierra de Perijá estado Zulia, corresponden a un nuevo género y especie para la ciencia: Megistonyx oreobios, el cual vivió durante el Pleistoceno tardío hace 14.150 años antes del presente.

Megistonyx oreobios significa “la mayor garra que habitó las grandes montañas”, haciendo referencia a la característica distintiva de los mamíferos megaloníquidos del orden Pilosa, dotados de uñas largas y afiladas en forma de garfio.
En la investigación participaron el geólogo del Servicio Nacional de Parques de los Estados Unidos, H. Gregory McDonald; el paleontólogo del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic), Ascanio Rincón; y el profesor de Biología y Ciencias Ambientales de la Universidad de Tennessee de Chattanooga, en Estados Unidos, Timothy J. Gaudin.
La edad de los fósiles fue calculada por métodos radiométricos mediante la desintegración del isótopo carbono 14. Se concluyó que el herbívoro terrestre encontrado en la Cueva de los Huesos por los representantes del Museo de Biología de la Universidad del Zulia existió cerca del final de la Glaciación Mérida, nombre con el cual se conoce el episodio glacial del Pleistoceno tardío ocurrido en los Andes venezolanos (estados Mérida, Táchira y Trujillo) entre 2.600 y 3.500 metros de altura, y que finalizó hace 17.000 y 14.000 años antes del presente.
Dicha información coincide con las estimaciones hechas en 1974 por el geólogo alemán Carlos Schubert, quien en vida se desempeñara como investigador del Centro de Ecología del Ivic. “Cerro Pintado, en la última Edad del Hielo, estuvo cubierto por glaciares y el perezoso vivió cuando había hielo, siendo uno de los animales que ha subsistido a tan elevadas alturas en el planeta. El perezoso poblaba el mundo cuando este comenzó a transformarse en un ambiente más cálido y húmedo; en plena glaciación era frío y seco” explicó Rincón, coautor del estudio y jefe del Laboratorio de Paleontología del Ivic donde se analizaron las muestras.
Bajo cero
A mayor altura la temperatura disminuye drásticamente, por lo que el perezoso debió adaptarse a condiciones climáticas extremas. Las especies actuales tienen un metabolismo basal bajo y son térmicamente sensibles, al punto de considerar esa susceptibilidad al calor como una posible causa de extinción.
De hecho, el estudio internacional comprueba que los perezosos gigantes del Megistonyx no solo eran más diversos ecológica, morfológica y taxonómicamente, sino en términos fisiológicos, siendo algunas especies capaces de soportar períodos prolongados de clima frío. Asimismo, muestra la aparente destreza de estos animales para trepar terrenos rocosos alpinos.
La fauna asociada a la cueva incluye al extinto chigüire Neochoerus, el venado Mazama y el pecarí Tayassu, probablemente de la misma edad del perezoso. Particularmente el chigüire no había sido reportado en áreas montañosas, solo en sabanas de tierras bajas, lo que sugiere que Cerro Pintado pudiera haber experimentado el proceso de desglaciación antes de lo que la cronología actual propone y que las temperaturas estacionales eran más calurosos.
“Esa corriente de agua sobre la superficie de Cerro Pintado hizo que las cuevas situadas en la cima se perforaran, afectando la vida de los animales que usaban esos espacios como protección contra los depredadores y el frío intenso y como refugio para buscar agua. Por lo general, los perezosos de esa talla y peso se consiguen en sabanas abiertas pues a esas alturas no hay árboles tan altos” informó Rincón.
Cerro Pintado es actualmente una meseta donde predomina la roca sedimentaria caliza (formada por carbonato de calcio) con 90 millones de años de antigüedad aproximadamente. “Es como ver un tepuy pero de caliza” dijo.
La travesía continúa
Los restos del perezoso gigante pertenecen a un individuo adulto hembra con muchas patologías óseas. La parte posterior del paladar (fosa pterigoides) tiene un engrosamiento consistente con un ataque bacteriano. “La cresta sagital derecha (donde se insertan los músculos que permiten el movimiento de la mandíbula) presenta una muesca, es decir, hubo un golpe fuerte que fracturó el hueso y lo unió de manera imperfecta” enumeró Rincón.
Aunque los Megistonyx son originarios del norte de América del Sur, recientes análisis filogenéticos demuestran su parentesco con Ahytherium y Australonyx, hallados en cuevas inundadas en Brasil.
“Cuando se formó el istmo de Panamá -que conecta a Centroamérica con Suramérica- los perezosos migraron a Norteamérica. Es interesante saber que este grupo posee una proximidad biogeográfica con el taxón Pliometanastes, los megaloníquidos que cruzaron por primera vez ese paso de tierra. Probablemente, los primeros inmigrantes al norte del continente los tengamos nosotros en Venezuela. Estamos en la puerta del gran intercambio biótico de las Américas” aseguró Ascanio Rincón.
Los resultados fueron publicados recientemente en el Volumen 33 Número 5 de la Journal of Vertebrate Paleontology, órgano oficial de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados, con sede en los Estados Unidos.
Más de 15 años transcurrieron entre el hallazgo de los fósiles y su identificación, pero la misión no ha terminado. “Nuestra intención es regresar a Cerro Pintado porque estamos completamente seguros de que el cuerpo faltante del perezoso siguen allá; solo pudimos recolectar parte de los brazos y algunas vértebras y costillas. Además, queremos indagar cómo era la ecología de estos animales. Lo único que necesitamos para hacerlo es apoyo financiero y logístico, porque el acceso a la zona -frontera con Colombia- es sumamente complejo” insistió Rincón.

[Fuente]
http://bitacora.ivic.gob.ve/?p=9303

PLACENTALIA VERSUS EUTHERIA: CONSIDERACIONES SOBRE SU SIGNIFICADO TAXONÓMICO

Jhoann Canto H. y José Yáñez V.
Museo Nacional de Historia Natural
jhoann.canto@mnhn.cl; jose.yanez@mnhn.cl

INTRODUCCIÓN

El paleontólogo David Raup (1992) es uno de los primeros especialistas en analizar estadísticamente la biodiversidad extinta en el tiempo. Al respecto señaló que “el 99,9% de las especies están extintas”. Dicho de otra manera, en la actualidad sólo existe el 0,1% de las formas de vida que han habitado nuestro planeta en los pasados 3.500 millones de años (Ma) de evolución. Esto indica que, en términos generales, dentro de este 0,1% de especies actuales, los mamíferos son uno de los últimos clados de vertebrados en diversifi carse en morfos que habitan la tierra, el aire y los cuerpos de agua. Esta diversidad abarca un rango de masa que va desde los 1,6 g como es el caso del murciélago moscardón (Craseonycteris thonglongyai) hasta la ballena azul (Balaenoptera musculus) con sus 120 toneladas.
Según Wilson y Reeder (2005) el número de especies de mamíferos determinadas llega a las 5.416, con posterioridad Wilson y Reeder (2011) señalan que el número aumenta a los 5.750, lo que implicaría un incremento en 334 especies de mamíferos en tan sólo seis años, es decir 55,6 mamíferos nuevos por año. Esto nos plantea tres situaciones que podrían explicar estos valores: 1) que fueron descubiertas nuevas especies (Durbin et al. 2010; Helgen et al.2013), 2) que son el producto de las nuevas revisiones taxonómicas del clado o 3) ambas situaciones (Reeder et al 2007). Estos tres puntos son considerados en el trabajo de Zhang (2011) que distribuye a los mamíferos en tres categorías supraordinales1: Subclase Prototheria Gill, 1872 con un Orden que reúne a cinco especies; la Infraclase Marsupialia Illiger, 1811 con siete Órdenes y un total de 343 especies la Subclase Theria con la Infraclase Placentalia Owen, 1837 (=Eutheria) con 21 Órdenes y un total de 5.359 especies. Esto implica que los mamíferos placentarios representan el 93,9 %, del total, mientras que los marsupiales llegan sólo al 6% y los prototerios a un valor mínimo de 0,1 %.

FIGURA 1. Piezas dentales y mandíbula de Juramaia sinensis eutherio del Jurasico medio-tardío. Segundo molar A) en vista distal, B), oclusal, C) labial, D) mesial, E) vista de las piezas dentales derechas del premolar 3 (P3) al molar 3 (M3), F) reconstrucción en vista labial de la dentición superior izquierda, G) fragmento del dentario con restauración de las piezas dentales. El color gris indica reconstrucción de las secciones óseas faltantes (Tomado y modifi cado de Luo et al. 2011).

[Seguir leyendo]
http://issuu.com/mnhn_cl/docs/tr11_canto_yanez_mammalia

Siats meekerorum, nuevo alosaurio descubierto en América del Norte.

Los terópodos Allosauroidea, tuvieron una radiación diversa y extendida de megadepredadores durante el Jurásico Cretácico. Logrando algunos los tamaños más grandes entre los dinosaurios terópodos, estos colosales cazadores dominaron los ecosistemas terrestres hasta que un cambio de las condiciones del ecosistema redefinió la fauna durante los últimos 20 millones de años de Cretácico. Un nuevo trabajo publicado en NATURE, describe una nueva especie gigante para el grupo Allosauroidea, Siats meekerorum gen. et sp. – Proporcionando la primera evidencia sobre del cosmopolita clado Neovenatoridae en América del Norte. Siats es el alosaurio mas primitivo descubierto hasta ahora en el continente y demuestra que el clado estuvo presente allí durante el Cretácico superior. El descubrimiento proporciona nueva evidencia de interacción ecológica de grandes allosauroidea y tiranosauroidea. Estos datos apoyan la hipótesis de que la extinción de Allosauroidea en los ecosistemas terrestres de América del Norte permitió la liberación ecológica de tiranosauroidea, que pasó a dominar las redes tróficas de fin del Cretáceo.
Referencia

La noticia en prensa
Una nueva e impresionante especie de dinosaurio carnívoro, de treinta metros de longitud, uno de los tres más grandes que se haya descubierto nunca en América del Norte, convivió y compitió con los primeros tiranosaurios que vivieron hace 98 millones de años. Esta especie recién descubierta, bautizada como Siats meekerorum, fue el principal depredador de su tiempo, papel que mantuvo hasta que, tras su declive, los tiranosaurios pudieron ocupar su lugar 30 millones años más tarde.
«Han pasado 63 años desde que fue encontrado el último depredador de este tamaño en América del Norte», comenta Lindsay Zanno, paleontóloga de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, y principal autora del artículo en Nature Communications que describe el hallazgo. «No podéis imaginar lo contentos que nos pusimos al ver los huesos de este gigante sobresaliendo en la ladera».
Siats, que recibe el nombre en recuerdo de un caníbal devorador de hombres que se cita en una leyenda tribal de Utah, es una especie de Carcharodontosaurus, un grupo de carnívoros gigantes que incluye a algunos de los dinosaurios depredadores más grandes jamás descubiertos. El único otro Carcharodontosaurus que se ha encontrado en América del Norte es el Acrocanthosaurus, que vagó en el este del continente de 10 millones de años antes. Siats es el segundo Carcharodontosaurus jamás descubierto en América del Norte; el Acrocanthosaurus, descubierto en 1950, fue el primero.
Cuatro toneladas
Zanno y su colega Peter Makovicky, del Museo Field de Historia Natural de Chicago, descubrieron una parte del esqueleto del nuevo depredador en Cedar, una formación montañosa de Utah, en 2008. El nombre de la especie es en reconocimiento a la familia Meeker por su apoyo a los paleontólogos que inician su carrera en el Museo Field, incluyendo a la propia Zanno.
El espécimen recuperado pertenecía a un individuo que habría tenido más de 30 metros de largo y pesaba por lo menos cuatro toneladas. A pesar de su tamaño gigante, los huesos corresponden a un animal joven. Zanno y Makovicky teorizan que los Siats adultos podrían haber alcanzado el tamaño de los Acrocanthosaurus. Es decir, las dos especies compiten ahora por el puesto de segundo depredador más grande jamás descubierto en América del Norte. El Tyrannosaurus Rex, que ocupa el primer lugar, llegó 30 millones de años más tarde y pesaba más del doble que estos otros dos dinosaurios.
Aunque el Siats y el Acrocanthosaurus son ambos Carcharodontosauros, pertenecen a diferentes subgrupos. El Siats es miembro de los Neovenatoridos, el grupo con el cuerpo más delgado de todos los Carcharodontosauros.
Los Neovenatoridos se han encontrado en Europa, América del Sur, China, Japón y Australia. Sin embargo, ésta es la primera vez que se encuentra un Neovenatorido en América del Norte.
Los primeros Tiranosaurios, a raya
Siats aterrorizó lo que hoy es Utah durante el período Cretácico (desde 100 millones de años a 66 millones de años atrás). Hasta ahora no se había conocido la predominancia de este animal en América del Norte durante este período. «Los Carcharodontosauros reinaron en esta zona durante mucho más tiempo de lo que creíamos», explica Zanno. De hecho, el Siats llena un vacío de más de 30 millones de años en el registro fósil. Antes se creía que en este período el papel de máximo depredador pasaba directamente de manos de otros Carcharodontosaurus, en el Cretácico Inferior, al del Tiranosaurios Rex, en el Cretácico superior.
La falta de fósiles hace que los paleontólogos no estén seguros acerca de cuándo ocurrió este cambio, y si el Tiranosaurus se impuso al Carcharodontosaurus, o simplemente fue capaz de asumir el rol de máximo depredador después de la extinción de éste. Ahora está claro que el gran tamaño del Siats habría impedido a los Tiranosaurios más pequeños ocupar su lugar en la cima de la cadena alimenticia.
«La gran diferencia de tamaño ciertamente sugiere que los primeros Tiranosaurios fueron mantenidos a raya por los Carcharodontosaurus, y sólo evolucionaron hasta convertirse en enormes depredadores después de que los Carcharodontosaurus desaparecieran», comenta Makovicky, y Zanno añade que «los pequeños Tiranosaurios no habrían sido más que una molestia para los Siats, como ahora los chacales para el león. Hasta que el Carcharodontosaurus inició su declive no se inició la evolución del T.Rex».
En el momento que los Siats reinaron el paisaje era exuberante, con abundante vegetación, y el agua permitía la vida de una gran variedad de dinosaurios herbívoros, tortugas, cocodrilos y peces pulmonados gigantes.
Otros depredadores también habitaban este ecosistema, incluyendo los primeros tiranosaurios y varias especies de otros dinosaurios con plumas que aún no han sido descritos por el equipo. «Hemos hecho descubrimientos muy emocionantes, incluyendo dos nuevas especies de dinosaurios», dice Makovicky. «Estén atentos», añade Zanno, «hay un montón más de criaturas en el mismo sitio en el que encontramos al Siats»
[Fuente]

Crecer hasta la muerte.

Un estudio sugiere que los huesos de algunos dinosaurios seguían creciendo toda su vida.

Hace unas semanas, en ocasión de la reunión de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados en Los Ángeles, Jack Horner, del Museo de las Rocosas en Bozeman, Montana, presentó sus investigaciones sobre los huesos fosilizados de algunos dinosaurios de la colección del mismo museo. En la mayoría de los ejemplares estudiados, observó que el tamaño del cuerpo de estos animales seguía creciendo, en el momento de su deceso.
Horner se centró en el análisis de capas óseas superficiales en fósiles etiquetados como «jóvenes», que suelen mostrar la existencia de canales a través de los cuales se extendían los vasos sanguíneos, así como de grandes grupos de osteocitos (células necesarias para la formación de los huesos). No obstante, encontró indicios similares de crecimiento también en algunos fósiles de ejemplares adultos, cuyo esqueleto, en la mayoría de los animales «modernos», tiende a dejar de desarrollarse una vez alcanzada la madurez.
Vista esquemática de un esqueleto de Allosaurus
El paleontólogo detectó ese fenómeno en fósiles de Allosaurus, un animal con una longitud típica de 10 metros y que llegaba a medir 13 en el momento de su muerte, además de seis muestras de Tyrannosaurus rex. Cuando uno de los asistentes a la reunión preguntó a Horner si alguno de los huesos del legendario dinosaurio contenía ese tipo de capas óseas, el investigador contestó con una sonrisa: «Creo que todos los ejemplares de T. rex encontrados hasta la fecha seguían creciendo en el momento de su muerte».
Horner también afirmó que, más que a los huesos largos, este proceso parece afectar a los que determinan el tamaño que presentaba el dinosaurio en su vejez. Por tanto, un fósil de T. rex no es ni más alto ni más largo tras su muerte, sino un poco más voluminoso.
«Durante años hemos encontrado diferentes formas de esqueletos muy parecidas entre ellas», comenta Kevin Padian, paleontólogo de la Universidad de California en Berkeley, que no ha participado en el estudio. «Algunos investigadores han sugerido que las más robustas pertenecían a los machos y las más gráciles a las hembras. Otros han argumentado que procedían de especies diferentes. Al parecer, solo corresponden a edades distintas».

[Fuente]
http://www.investigacionyciencia.es/noticias/crecer-hasta-la-muerte-11599

Appalachiosaurus montgomeriensis

Fue una especie de dinosaurio terópodo tiranosauroide, que vivió a finales del período Cretácico, hace aproximadamente 77 millones de años (Campaniano), en lo que es hoy Norteamérica. Es el terópodo mejor conservado del este de Estados Unidos.

Como casi todos los terópodos, era un depredador bípedo. Solamente se ha encontrado un esqueleto juvenil, representando un animal de alrededor de 7 metros de largo y aproximadamente 600 kilogramos, lo que indica que un adulto habría sido incluso más grande. Se encontraron varios elementos aplastados, pero el espécimen es todavía informativo y muestra muchas características únicas. Varios de estas se han identificado en el cráneo, y las garras de los pies que muestran una protrusión inusual en el extremo más cercano al cuerpo. Una fila de seis crestas bajas alineadas en la parte superior del hocico, similar al Alioramus asiático, aunque la mayoría de las especies del tiranosáuridos exhibían una ornamentación en diversos grados encima del hocico. Esta cresta es un arco bajo y redondeado.
La forma general del cráneo es semejante a la de otros tiranosauroides primitivos, mientras que las proporciones de los miembros son similares a las de los tiranosáuridos más avanzados, patas largas y brazos cortos.
El Appalachiosaurus es un descubrimiento importante siendo dado por los autores de su descripción como el primer tiranosauroide reconocido a nivel de género en el este de América del Norte en mucho tiempo. De acuerdo con Carr et al., las características de este animal ayudan a posicionar filogenéticamente al problemático Dryptosaurus en el clado Tyrannosauroidea. Appalachiosaurus es perceptiblemente diferente y más derivado que el otro tiranosauroideo temprano de Norteamérica del este, Dryptosaurus.
Appalachiosaurus es lo bastante completo ser incluido en análisis filogenéticos usando la cladística. El primero fue realizado antes de que el animal hubiera sido incluso nombrado, y a Appalachiosaurus se lo ubicó como un miembro de la subfamilia Albertosaurinae en Tyrannosauridae, que también incluye Albertosaurus y Gorgosaurus.2 La descripción original también incluyó un análisis cladístico, para A. montgomeriensis, que lo considero un tiranosauroide basal por fuera de Tyrannosauridae.1 Sin embargo, los tiranosáuridos asiáticos similares Alioramus, y Alectrosaurus fueron excluidos, al igual que Eotyrannus de Inglaterra. Tiranosauroides anteriores tales como Dilong y Guanlong no habían sido descritos cuando este análisis fue realizado. Estas exclusiones pueden tener un efecto significativo sobre la filogenia. Hasta la fecha, no se ha publicado ningún análisis que incluya todos los taxones conocidos de tiranosauroides.
Referencias:
  • Carr, T.D., Williamson, T.E., & Schwimmer, D.R. 2005. A new genus and species of tyrannosauroid from the Late Cretaceous (middle Campanian) Demopolis Formation of Alabama. Journal of Vertebrate Paleontology 25(1): 119–143.
  • Holtz, T.R. 2004. Tyrannosauroidea. In: Weishampel, D.A., Dodson, P., & Osmolska, H. (Eds.). The Dinosauria (2nd Edition). Berkeley: University of California Press. Pp. 111-136.

Panthera blytheae, fósil de entre 4,1 a 5,9 millones de años hallado en el Tibet.

Un equipo de paleontólogos estadounidenses y chinos ha descubierto en el Tíbet el fósil más antiguo jamás encontrado de una especie extinguida de felino, publicó la revista británica Proceedings of the Royal Society B. (el pdf se puede descargar desde el enlace al final de este articulo).

Los restos, compuesto por varios fragmentos de cráneo, pertenece a la especie extinguida de felino «Panthera blytheae», similar a la onza o el chita, también conocido como leopardo de las nieves.
Según los expertos, el fósil tiene una antigüedad de entre 4,1 y 5,9 millones de años, una cifra superior a la del último fósil de la misma especie descubierto hace unas décadas en Laetoli (Tanzania), pues se consideró que tenía 3,7 millones de años.
El hallazgo se produjo en la cordillera asiática del Himalaya en 2010 y refuerza la teoría de que los grandes felinos de la familia de los «Pantherinae» evolucionaron en Asia Central y no en África como apuntaban algunos expertos.
«Este descubrimiento responde a muchas preguntas que teníamos sobre la forma en que estos animales evolucionaron y se extendieron por todo el mundo», destacó Jack Tseng, de la Universidad de Sur de California, que ha publicado este importante descubrimiento en la revista de la Royal Society.
«Este es un hallazgo muy importante que llena una gran brecha en el registro fósil», dijo Manabu Sakamoto, experto en la evolución de esta especie en la Universidad de Bristol (suroeste de Inglaterra).
Los paleontólogos estadounidenses y chinos, que usaron datos anatómicos y análisis de ADN para determinar el origen y la edad de los restos, desenterraron un centenar de fósiles de un acantilado en una expedición en la Cuenca Zanda, una zona remota situada en el suroeste del Tíbet.
Tseng y su equipo planean regresar a la zona el próximo verano en busca de más muestras de la familia conocida popularmente como los «gatos grandes», formada por leones, jaguares, tigres y leopardos.

Panthera blytheae (de Mauricio Antón)
Referencia:

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