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Allosaurus

La función principal de los dientes en forma de sierra del Tyrannosaurus rex, era desgarrar

El Tyrannosaurus rex es conocido por su fama de depredador. Ahora, un estudio de científicos de la Universidad Mississauga (Canadá) ha descubierto que este dinosaurio, y sus compañeros terópodos, tenían una estructura dental única, con forma de sierra, que les permitía desgarrar con facilidad la carne de sus víctimas, incluso de aquellas de mayor tamaño.

La investigación, publicada en la revista Scientific Reports, ha determinado que este tipo de dentadura está ya presente en uno de los primeros ejemplares de la especie, Coelophysis.
Otros animales extintos tenían dientes que eran superficialmente similares, pero esta especie tenía tejidos especiales en el interior del diente, que fortalecía y mejoraba sus funciones. Las estrías profundas que presentaban, les convertían en órganos mucho más eficientes a la hora del masticado de huesos y en el rasgado de la carne de los animales más grandes.

El Tyrannosaurus poseía dientes de sierra. Imagen: Danielle Dufault
Para los expertos, esta ventaja sobre el resto de animales les permitió prosperar durante unos 165 millones años como temibles y supremos depredadores. El único reptil que vive en la actualidad que tiene la misma estructura dental superficial es el dragón de Komodo, originario de Indonesia. Una especie que también se alimenta de animales más grandes que él.
«Los dientes de animales están hechos de los mismos componentes básicos, pero la forma en que los bloques encajan entre sí para formar la estructura del diente afecta en gran medida la forma en que los animales procesa los alimentos«, ha explicado la autora principal del trabajo, Kirstin Brink. A su juicio, «la complejidad oculta de la estructura del diente en terópodos sugiere que eran más eficientes en el manejo de presas de lo que se pensaba, lo que, probablemente, contribuyó a su éxito.«
En el estudio, los expertos también encontraron que la formación única de los tejidos de los dientes de estos dinosaurios se desarrolló en respuesta a que estos carnívoros masticaran materiales duros. Y es que, no se han encontrado ejemplares con dientes rotos porque, a diferencia de los humanos, a los reptiles les crecen de nuevo los dientes durante toda su vida.
Brink y sus colegas utilizaron un microscopio electrónico de barrido (un poderoso microscopio) y un sincrotrón (un microscopio que permite al usuario entender la composición química de una sustancia) para hacer un examen y análisis a fondo de las rodajas de dientes de ocho terópodos carnívoros ocho, entre ellos el T. Rex, Allosaurus, Coelophysis y Gorgosaurus. Las muestras procedían de diversos museos, incluyendo el ROM, el Museo Canadiense de la Naturaleza en Ottawa, y el Museo Royal Tyrrell en Alberta.

Siats meekerorum, nuevo alosaurio descubierto en América del Norte.

Los terópodos Allosauroidea, tuvieron una radiación diversa y extendida de megadepredadores durante el Jurásico Cretácico. Logrando algunos los tamaños más grandes entre los dinosaurios terópodos, estos colosales cazadores dominaron los ecosistemas terrestres hasta que un cambio de las condiciones del ecosistema redefinió la fauna durante los últimos 20 millones de años de Cretácico. Un nuevo trabajo publicado en NATURE, describe una nueva especie gigante para el grupo Allosauroidea, Siats meekerorum gen. et sp. – Proporcionando la primera evidencia sobre del cosmopolita clado Neovenatoridae en América del Norte. Siats es el alosaurio mas primitivo descubierto hasta ahora en el continente y demuestra que el clado estuvo presente allí durante el Cretácico superior. El descubrimiento proporciona nueva evidencia de interacción ecológica de grandes allosauroidea y tiranosauroidea. Estos datos apoyan la hipótesis de que la extinción de Allosauroidea en los ecosistemas terrestres de América del Norte permitió la liberación ecológica de tiranosauroidea, que pasó a dominar las redes tróficas de fin del Cretáceo.
Referencia

La noticia en prensa
Una nueva e impresionante especie de dinosaurio carnívoro, de treinta metros de longitud, uno de los tres más grandes que se haya descubierto nunca en América del Norte, convivió y compitió con los primeros tiranosaurios que vivieron hace 98 millones de años. Esta especie recién descubierta, bautizada como Siats meekerorum, fue el principal depredador de su tiempo, papel que mantuvo hasta que, tras su declive, los tiranosaurios pudieron ocupar su lugar 30 millones años más tarde.
«Han pasado 63 años desde que fue encontrado el último depredador de este tamaño en América del Norte», comenta Lindsay Zanno, paleontóloga de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, y principal autora del artículo en Nature Communications que describe el hallazgo. «No podéis imaginar lo contentos que nos pusimos al ver los huesos de este gigante sobresaliendo en la ladera».
Siats, que recibe el nombre en recuerdo de un caníbal devorador de hombres que se cita en una leyenda tribal de Utah, es una especie de Carcharodontosaurus, un grupo de carnívoros gigantes que incluye a algunos de los dinosaurios depredadores más grandes jamás descubiertos. El único otro Carcharodontosaurus que se ha encontrado en América del Norte es el Acrocanthosaurus, que vagó en el este del continente de 10 millones de años antes. Siats es el segundo Carcharodontosaurus jamás descubierto en América del Norte; el Acrocanthosaurus, descubierto en 1950, fue el primero.
Cuatro toneladas
Zanno y su colega Peter Makovicky, del Museo Field de Historia Natural de Chicago, descubrieron una parte del esqueleto del nuevo depredador en Cedar, una formación montañosa de Utah, en 2008. El nombre de la especie es en reconocimiento a la familia Meeker por su apoyo a los paleontólogos que inician su carrera en el Museo Field, incluyendo a la propia Zanno.
El espécimen recuperado pertenecía a un individuo que habría tenido más de 30 metros de largo y pesaba por lo menos cuatro toneladas. A pesar de su tamaño gigante, los huesos corresponden a un animal joven. Zanno y Makovicky teorizan que los Siats adultos podrían haber alcanzado el tamaño de los Acrocanthosaurus. Es decir, las dos especies compiten ahora por el puesto de segundo depredador más grande jamás descubierto en América del Norte. El Tyrannosaurus Rex, que ocupa el primer lugar, llegó 30 millones de años más tarde y pesaba más del doble que estos otros dos dinosaurios.
Aunque el Siats y el Acrocanthosaurus son ambos Carcharodontosauros, pertenecen a diferentes subgrupos. El Siats es miembro de los Neovenatoridos, el grupo con el cuerpo más delgado de todos los Carcharodontosauros.
Los Neovenatoridos se han encontrado en Europa, América del Sur, China, Japón y Australia. Sin embargo, ésta es la primera vez que se encuentra un Neovenatorido en América del Norte.
Los primeros Tiranosaurios, a raya
Siats aterrorizó lo que hoy es Utah durante el período Cretácico (desde 100 millones de años a 66 millones de años atrás). Hasta ahora no se había conocido la predominancia de este animal en América del Norte durante este período. «Los Carcharodontosauros reinaron en esta zona durante mucho más tiempo de lo que creíamos», explica Zanno. De hecho, el Siats llena un vacío de más de 30 millones de años en el registro fósil. Antes se creía que en este período el papel de máximo depredador pasaba directamente de manos de otros Carcharodontosaurus, en el Cretácico Inferior, al del Tiranosaurios Rex, en el Cretácico superior.
La falta de fósiles hace que los paleontólogos no estén seguros acerca de cuándo ocurrió este cambio, y si el Tiranosaurus se impuso al Carcharodontosaurus, o simplemente fue capaz de asumir el rol de máximo depredador después de la extinción de éste. Ahora está claro que el gran tamaño del Siats habría impedido a los Tiranosaurios más pequeños ocupar su lugar en la cima de la cadena alimenticia.
«La gran diferencia de tamaño ciertamente sugiere que los primeros Tiranosaurios fueron mantenidos a raya por los Carcharodontosaurus, y sólo evolucionaron hasta convertirse en enormes depredadores después de que los Carcharodontosaurus desaparecieran», comenta Makovicky, y Zanno añade que «los pequeños Tiranosaurios no habrían sido más que una molestia para los Siats, como ahora los chacales para el león. Hasta que el Carcharodontosaurus inició su declive no se inició la evolución del T.Rex».
En el momento que los Siats reinaron el paisaje era exuberante, con abundante vegetación, y el agua permitía la vida de una gran variedad de dinosaurios herbívoros, tortugas, cocodrilos y peces pulmonados gigantes.
Otros depredadores también habitaban este ecosistema, incluyendo los primeros tiranosaurios y varias especies de otros dinosaurios con plumas que aún no han sido descritos por el equipo. «Hemos hecho descubrimientos muy emocionantes, incluyendo dos nuevas especies de dinosaurios», dice Makovicky. «Estén atentos», añade Zanno, «hay un montón más de criaturas en el mismo sitio en el que encontramos al Siats»
[Fuente]

Crecer hasta la muerte.

Un estudio sugiere que los huesos de algunos dinosaurios seguían creciendo toda su vida.

Hace unas semanas, en ocasión de la reunión de la Sociedad de Paleontología de Vertebrados en Los Ángeles, Jack Horner, del Museo de las Rocosas en Bozeman, Montana, presentó sus investigaciones sobre los huesos fosilizados de algunos dinosaurios de la colección del mismo museo. En la mayoría de los ejemplares estudiados, observó que el tamaño del cuerpo de estos animales seguía creciendo, en el momento de su deceso.
Horner se centró en el análisis de capas óseas superficiales en fósiles etiquetados como «jóvenes», que suelen mostrar la existencia de canales a través de los cuales se extendían los vasos sanguíneos, así como de grandes grupos de osteocitos (células necesarias para la formación de los huesos). No obstante, encontró indicios similares de crecimiento también en algunos fósiles de ejemplares adultos, cuyo esqueleto, en la mayoría de los animales «modernos», tiende a dejar de desarrollarse una vez alcanzada la madurez.
Vista esquemática de un esqueleto de Allosaurus
El paleontólogo detectó ese fenómeno en fósiles de Allosaurus, un animal con una longitud típica de 10 metros y que llegaba a medir 13 en el momento de su muerte, además de seis muestras de Tyrannosaurus rex. Cuando uno de los asistentes a la reunión preguntó a Horner si alguno de los huesos del legendario dinosaurio contenía ese tipo de capas óseas, el investigador contestó con una sonrisa: «Creo que todos los ejemplares de T. rex encontrados hasta la fecha seguían creciendo en el momento de su muerte».
Horner también afirmó que, más que a los huesos largos, este proceso parece afectar a los que determinan el tamaño que presentaba el dinosaurio en su vejez. Por tanto, un fósil de T. rex no es ni más alto ni más largo tras su muerte, sino un poco más voluminoso.
«Durante años hemos encontrado diferentes formas de esqueletos muy parecidas entre ellas», comenta Kevin Padian, paleontólogo de la Universidad de California en Berkeley, que no ha participado en el estudio. «Algunos investigadores han sugerido que las más robustas pertenecían a los machos y las más gráciles a las hembras. Otros han argumentado que procedían de especies diferentes. Al parecer, solo corresponden a edades distintas».

[Fuente]
http://www.investigacionyciencia.es/noticias/crecer-hasta-la-muerte-11599

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