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¿Que acabó con la Megafauna?

Durante años, la actividad humana ha sido la principal sospechosa de la desaparición de cientos de especies a finales del Pleistoceno. Un nuevo trabajo apunta al verdadero culpable.
En los años 60, mientras estudiaba el registro fósil del continente americano, el paleontólogo Paul S. Martin se dio cuenta de que todos los animales de gran tamaño (a partir de 45 kg) desaparecían súbitamente al llegar una fecha. Hace aproximadamente 50.000 años osos gigantes, mamuts y otros grandes mamíferos fueron borrados paulatinamente de la faz de la Tierra por algún acontecimiento novedoso. Cuando otros científicos estudiaron la fauna de otros lugares, como Australia, el registro decía lo mismo. Canguros gigantes, leones marsupiales y pájaros de un tamaño descomunal, desaparecieron a partir de la misma fecha sin dejar rastro. Y en todos los casos la extinción coincidía con un hecho: la llegada de los primeros humanos a la zona.
Con todas estas pistas Martin y otros lanzaron la llamada hipótesis “Overkill” (algo así como “matanza excesiva”)  que atribuye la extinción de los animales más grandes al acoso de los primeros humanos con sus cacerías y la expansión de su territorio.  Pero el asunto no estaba ni mucho menos claros y otros científicos aportaron pruebas de variaciones climáticas y posibles causas de la extinción al final de la última glaciación. Ahora, un equipo de investigadores liderados por Alan Cooper presenta en la revista Science un estudio completo con datos genéticos y paleoclimáticos que intenta poner claridad al asunto y en el que el veredicto exculpa a los humanos.
El trabajo, que se basa en el análisis de restos genéticos de más de 50.000 años y los datos climáticos de los núcleos de hielo extraídos de Groenlandia, entre otras fuentes, y muestra una relación cercana entre la desaparición de los grandes animales del Pleistoceno y rápidos episodios de calentamiento en los periodos llamados «intersticiales» (fases regulares de ascenso de la temperatura). Aún así, reconocen que este cambio climático pudo hacer más vulnerables a las grandes especies y que el «acoso» de los humanos tuviera cierto papel en su desaparición, pero desde luego no fue el factor determinante.
Alan Cooper, autor del estudio
El estudio se enmarca dentro de un especial de la revista Science sobre los avances en el estudio de ADN antiguo gracias a la simplificación de las técnicas. La capacidad para estudiar  el material genético de forma generalizada está sirviendo para repensar muchas de las ideas que teníamos sobre los humanos del pasado, incluida su hibridación con los neandertales, para conocer mejor su dieta, forma de vida y las enfermedades que los acosaban. Catapultando a la paleogenética, dicen en Science, a una edad de oro.
Referencia

Tierra y océanos asolados en la Extinción del Pérmico medio

Un equipo liderado por la Universidad de Witwatersrand (Sudáfrica) ha obtenido muestras en rocas de un evento de extinción masiva que se produjo hace alrededor de 260 millones de años.
Este evento llevó a la desaparición de un grupo diverso de reptiles parecidos a mamíferos tempranos llamado dinocephalians, que eran los mayores animales vivos de la tierra de la época.
El proyecto fue dirigido por Michael Day, un becario postdoctoral en la Universidad de Wits, y los resultados están contenidos en el estudio titulado: «¿Cuándo y cómo se produjo la extinción masiva terrestre del Pérmico medio?». La evidencia del registro de tetrápodos de la Cuenca Karoo, Sudáfrica’. Se publica este 8 de julio en Proceedings of the Royal Society B.
El Karoo es muy rico en fósiles de animales terrestres de los períodos geológicos Pérmico y Triásico, lo que lo convierte en uno de los pocos lugares para estudiar los eventos de extinción en la Tierra durante este tiempo. Como resultado, la región de Karoo de Sudáfrica no sólo proporciona un registro histórico de cambio biológico durante un período de la historia de la Tierra, sino también un medio para poner a prueba las teorías de los procesos evolutivos durante largos períodos de tiempo.
Mediante la recopilación de fósiles, el equipo fue capaz de demostrar que alrededor 74-80% de las especies se extinguieron junto con los dinocephalians en un corto periodo de tiempo geológico.
La nueva fecha se obtuvo mediante análisis de alta precisión de la abundancia relativa de uranio y plomo en pequeños cristales de circón de una capa de ceniza volcánica cerca de este horizonte de extinción en el Karoo.
Esto proporciona un medio de vincular el registro fósil de Sudáfrica con el registro fósil en el resto del mundo. En particular, ayuda a correlacionar el Karoo con el registro mundial del medio marino, que también registra un evento de extinción hace unos 260 millones de años.
Un impacto mayor del pensado
«Un evento de extinción en el Pérmico Medio en tierra se conoce desde hace algún tiempo, pero se sospechaba que se había producido antes que en el reino marino. La nueva fecha sugiere que el evento puede haber afectado a los entornos marinos y terrestres al mismo tiempo, lo que podría significa que su impacto fue mayor de lo que pensábamos», dice Day.
La extinción del Pérmico se produjo cerca del final de lo que los geólogos llaman la época Guadalupiana, que se extendió desde 272,3 a hace unos 259,1 millones de años. Precedió a la mucha más famosa extinción masiva de finales del Pérmico en 8 millones de años.
«Las rocas Karoo de Sudáfrica albergan el registro más rico de los animales vertebrados terrestres que vivieron en el Pérmico medio. Este conjunto de datos, la culminación de 30 años de recolección de fósiles y el registro estratigráfico diligente de la información, por primera vez ofrece fósiles sólidos y datos radioisotópicos para explicar la ocurrencia de este evento de extinción en la tierra «, dice Day.

«La edad exacta de las extinciones marinas sigue siendo incierta», dice Jahandar Ramezani del Instituto de Tecnología de Massachusetts y responsable la datación de las rocas», pero esta nueva fecha de los depósitos terrestres del Karoo, apoyada por la evidencia paleontológica, representa un paso importante hacia una mejor comprensión de la extinción de mitad del Pérmico y su efecto sobre las faunas terrestres».

Defaunación del Antropoceno, en el umbral de la Sexta Extinción

Vivimos en medio de una ola global de pérdida de biodiversidad antropogénicamente impulsada: eliminación de poblaciones y especies, disminución critica en la abundancia de especies locales. En particular, los impactos humanos sobre la biodiversidad animal son una forma poco reconocida del cambio global ambiental. Entre los vertebrados terrestres, 322 especies se han extinguido desde 1500, y las poblaciones de las especies restantes muestran 25% de disminución del promedio en abundancia. Los patrones de declive en los invertebrados son igualmente graves: el 67% de las poblaciones controladas muestran una disminución del 45%. Estos descensos en las poblaciones animales, crearan un efecto de cascada en los ecosistemas y el bienestar humano. Mucho se desconoce acerca de este «Defaunación Antropoceno»; estas lagunas de conocimiento obstaculizan nuestra capacidad para predecir y limitar los impactos de la defaunación. Es evidente, sin embargo, que la defaunación es tanto un componente dominante de la sexta extinción en masa del planeta y también un importante motor de cambio ecológico global.” (Dirzo et al, 2014)


Este es el resumen con que se inicia el trabajo publicado por un grupo de científicos en la revista Science, en el que se señala que, los humanos podríamos estar viviendo “los primeros días de la sexta extinción masiva del planeta”, señala el estudio.
La última extinción masiva de la que se tiene registro en la Tierra fue la que hizo desaparecer del planeta a los dinosaurios, hace 65 millones de años.
A diferencia de ese evento, en esta oportunidad los científicos destacan el hecho de que somos los propios seres humanos los que estamos impulsando el fenómeno, lo que de alguna manera da luces de esperanza en cuanto a que el proceso de alguna manera podría ser revertido.
En el año 2004 otro estudio científico, el realizado por el Earth Policy Institute, ya había alertado de esta situación, la que definía como la más severa de los últimos 50 años y la que podría acabar con un 15% de las especies animales y un 37% de las plantas del planeta para el año 2050.
Enlace
Rodolfo Dirzo, Hillary S. Young, Mauro Galetti,  Gerardo Ceballos, Nick J. B. Isaac, Ben Collen  
Science 25 July 2014: Vol. 345 no. 6195 pp. 401-406
DOI: 10.1126/science.1251817

EL GRAN ENSARTADOR DE CUENTAS

«El modelo de la bolsa de sorpresas es una pesadilla para el taxónomo y una delicia para el evolucionista. Imagínese un organismo construido a partir de cien características básicas, con veinte posibles formas para cada característica. La bolsa de las sorpresas contiene compartimientos, con veinte cuentas distintas en cada uno de ellos. Para formar un nuevo organismo de Burgess Shale, el Gran Ensartador de Cuentas coge una cuenta al azar de cada compartimiento y las ensarta todas juntas. Voilà, la criatura funciona… El mundo no ha funcionado así desde la época de Burgess Shale. En la actualidad, el Gran Ensartador de Cuentas utiliza varias bolsas separadas, que llevan las etiquetas «plan corporal de los vertebrados», «plan corporal de las angiospermas», «plan corporal de los moluscos», y así sucesivamente. Las cuentas de cada comportamiento son mucho menos numerosas, y pocas (o ninguna) de la bolsa 1 pueden encontrarse también en la bolsa 2. El Gran Ensartador de Cuentas fabrica ahora un conjunto mucho más ordenado de nuevos organismos, pero las travesuras y la sorpresa de sus primeros trabajos ha desaparecido. Ya no es el infante terrible de un mundo multicelular nuevo y bizarro, que forma Anomalocaris con una insinuación de artrópodo, a Wiwaxia con una vaharada de molusco, a Nectocaris con una amalgama de artrópodo y de vertebrado. La historia es vieja, y conforme a los cánones. El que en su juventud fue revolucionario se ha convertido en el apóstol del buen sentido y del diseño estable».

Stephen Jay Gould 2011 – «La vida maravillosa». Ed. Drakontos Bolsillo, p. 265-267.

314 ESPECIES DE AVES DE AMÉRICA DEL NORTE SE ENCUENTRAN AMENAZADAS POR EL CALENTAMIENTO GLOBAL, SEGÚN LO REVELADO POR CIENTÍFICOS DE AUDUBON EN UN NUEVO ESTUDIO

“Un puñetazo en el estómago”: Más de la mitad de las aves de América del Norte se encuentran en riesgo de extinción antes de fines de siglo; numerosas extinciones tendrán lugar si no se toman medidas

NEW YORK (9 de Sep. de 2014) –  El cambio climático amenaza la supervivencia de casi la mitad de las especies de aves en el territorio continental de Estados Unidos y Canadá, incluyendo al águila calva y a decenas de aves emblemáticas como el Bribón Común, el Oriole de Baltimore y el Pelícano Pardo. En un nuevo estudio publicado hoy (Audubon.org/Climate), los científicos de la Sociedad Nacional Audubon expresaron que el calentamiento global es la mayor amenaza para las aves y pidieron tomar medidas urgentes y en forma sostenida. 
El estudio identifica 126 especies que están en riesgo de sufrir una disminución severa (entre 50-100% de su hábitat) hacia el año 2050, y otras 188 especies están expuestas a correr la misma suerte hacia el 2080, con numerosas extinciones posibles si el calentamiento global continúa siguiendo su curso actual. El informe de Audubon sostiene que cientos de especies que previamente no estaban consideradas en situación de riesgo enfrentarán el desafío de sobrevivir en un futuro con un clima cambiado.
«Es un puñetazo en el estómago, por no decir más. La mayor amenaza a la cual se enfrentan hoy en día nuestras aves es el calentamiento global», expresó el Jefe Científico de Audubon Gary Langham, que dirigió la investigación. «Esa es nuestra conclusión inequívoca después de siete años de investigar cuidadosa, meticulosa y exhaustivamente. El calentamiento global amenaza al tejido de vida básico del cual dependen los pájaros – y el resto de nosotros -, y tenemos que actuar con rapidez y decisión si queremos evitar la una catástrofe para ellos y para nosotros».
«La idea de una pérdida tan impactante es horrible, pero podemos construir un puente hacia el futuro para las aves de América», expresó el Presidente y CEO de Audubon, David Yarnold. «Sabemos que si ayudamos a evitar los peores impactos del cambio climático para las aves, estamos haciendo lo mismo para nuestros hijos. Y este nuevo informe puede ser una hoja de ruta para ayudar a las aves a capear el temporal del calentamiento global».
Langham y otros ornitólogos de Audubon analizaron más de 30 años de datos históricos del clima de América del Norte y decenas de miles de registros históricos de aves del Sondeo de Aves en Reproducción de Norte América en Estados Unidos y del Conteo Navideño de Aves de Audubon para comprender las relaciones entre en qué lugares viven las aves y qué condiciones climáticas las sostienen allí. La comprensión de esas relaciones permite a los científicos proyectar dónde es probable que las aves puedan sobrevivir – y no sobrevivir – en el futuro.
Mientras que algunas especies serán capaces de adaptarse a climas cambiantes, muchas de las especies más conocidas y emblemáticas de América del Norte no podrán hacerlo. El símbolo nacional de los Estados Unidos, el Águila Calva, podía ver su rango actual disminuir en casi un 75 por ciento en los próximos 65 años. Es posible que el Bribón Común, el ícono del norte y el pájaro del estado de Minnesota, no vaya a ser capaz de reproducirse en los 48 estados bajos hacia 2080. Es posible que el Oriole de Baltimore, el pájaro del estado de Maryland y la mascota del equipo de béisbol de Baltimore, no vaya a ser capaz de reproducirse en el Atlántico Medio, trasladándose hacia el norte en lugar de seguir las condiciones climáticas que necesita. Otras aves estatales o simbólicas en riesgo incluyen al Pelícano Pardo (Louisiana), la Gaviota Californiana (Utah), el Tordo Eremita (Vermont), el Azulejo de las Montañas (Idaho y Nevada), el Urogallo Superado (Pennsylvania), el Pinzón Púrpura (New Hampshire), el Pato de Madera (aves acuáticas del estado de Mississippi), y el Zorzal Maculado (Washington, DC).
«Sabemos que las variables climáticas—incluyendo la temperatura y precipitación—determinan donde pueden sobrevivir las aves y donde no se encuentran», dijo Terry Root, profesor de la Universidad de Stanford y científico del clima ganador del Premio Nobel, que es miembro de la junta directiva de Audubon pero no participó en el estudio. “El estudio de Audubon ha identificado las variables climáticas que determinan donde viven las aves norteamericanas hoy. El estudio utiliza las proyecciones para averiguar donde pudieran sobrevivir en el futuro. Todos veremos los efectos del cambio climático. Es imposible ignorar una alarma tan grave.”
Barra lateral: 10 aves que podrían perder el 99 por ciento o más del rango actual hacia el año 2080

  • Avoceta Americana
  • Pinzón Montano Negro
  • Trepador Azul
  • Arnoldo Ventrinegro 
  • Zampullín Cuellinegro 
  • Alcatraz Común
  • Lechuza Norteña
  • Cisne Trompetero
  • Carpintero de Cabeza Blanca
  • Burrito Amarillento

El estudio, que fue financiado en parte por los EE.UU.  y el Servicio de Pesca y Fauna Silvestre, tiene numerosas implicaciones para la conservación, la política pública y una mayor investigación y proporciona un nuevo conjunto de herramientas para los científicos, conservacionistas, administradores de tierras y responsables políticos.
Audubon lanzó hoy un nuevo portal web – Audubon.org/Climate – dedicado a la comprensión de los vínculos entre las aves y el calentamiento global, incluyendo mapas animados y fotografías de 314 especies en situación de riesgo, un informe técnico e historias detalladas de la edición de Septiembre-Octubre de la revista Audubon, que también se dedicó al tema.
«Sabemos que millones de personas en todo el país están tomando esta amenaza de forma personal porque las aves son importantes para ellos», dijo Yarnold. «Para los amantes de las aves, este problema trasciende las posturas políticas desagradables; es un problema de aves. Todo el mundo puede hacer algo, desde cambiar las plantas en su patio hasta trabajar a nivel comunitario y estatal para proteger los lugares que las aves necesitarán para sobrevivir. Somos la esperanza para las aves.”
En su segundo siglo, Audubon conecta a las personas con las aves, la naturaleza y el medio ambiente que nos provee de vida a todos. Nuestra red nacional de centros naturales basados en la comunidad, capitulos, científicos, educación y programas de defensa ambiental involucran a millones de personas de todos los ámbitos de la vida en las acciones de conservación para proteger y restaurar el mundo natural. Para más informacion Visita Audubon en línea en www.audubon.org o síguelo en twitter  @audubonsociety.

Protulophila, no estaba extinta.

Un equipo de biólogos halló en Nueva Zelanda ejemplares vivos de una antigua y diminuta criatura marina conocida como Protulophila (que esta relacionada con los corales y las anémonas), que se creía extinta hace al menos cuatro millones de años. Se trata de un pólipo tentaculado que forma colonias en el interior de algunos gusanos de mar llamados serpúlidos.

Dennis Gordon, biólogo marino del del Instituto Nacional de Investigación sobre el Agua y la Atmósfera de Nueva Zelanda, afirmo que el descubrimiento de ejemplares de protulophila, lleva a comprender mejor la diversidad biológica.

Los investigadores creían que el Protulophila se encontraba extinto, hace al menos 4 MA tras una larga historia geológica que se remonta 170 millones años en el período Jurásico medio en Europa.

Fuente
http://www.niwa.co.nz/news/northern-hemisphere-fossil-discovered-living-in-new-zealand

LA ESCARPA DE CAMPECHE Y SU RELACIÓN CON ÉL EVENTO KT.

Los restos del devastador impacto están expuestos a lo largo de la escarpa de Campeche, un inmenso acantilado bajo el agua en el sur del Golfo de México. El mapa del Golfo de México muestra la localización del acantilado de Campeche y el cráter del impacto que causó una extinción global hace 65 millones de años.

Hace unos 65 millones de años, un asteroide o un cometa se estrelló en un mar poco profundo cerca de lo que hoy es la península de Yucatán, en México. La tormenta de fuego y la inmensa nube de polvo resultantes causaron la extinción de muchas plantas de la tierra y de los animales grandes, incluyendo la mayoría de los dinosaurios. Esta es la historia oficial sobre la desaparición de estos fascinantes seres, una hipótesis que los científicos han confirmado con nuevos descubrimientos en los últimos años. Ahora, un grupo internacional de investigadores ha presentado en la reunión de la American Geophysical Union (AGU) que se celebra esta semana en San Francisco, pruebas de que los restos del devastador impacto están expuestos a lo largo de la escarpa de Campeche, un inmenso acantilado bajo el agua en el sur del Golfo de México.
El impacto del meteorito creó un enorme cráter, de más de 160 kilómetros de diámetro. Por desgracia para los geólogos, este cráter es casi invisible en la actualidad, enterrado bajo cientos de metros de escombros y casi un kilómetro de sedimentos marinos. Aunque se han encontrado secuelas del impacto en rocas de todo el mundo, muy poco se ha investigado sobre las rocas cerca del lugar del impacto, en parte debido a que están tan profundamente enterradas. Todas las muestras existentes de depósitos de impacto cerca del cráter han venido de pozos profundos perforados en la península de Yucatán.
El pasado marzo, un equipo internacional de investigadores dirigido por Charlie Paull, del Instituto de Investigación del Acuario de Monterey Bay (MBARI) creó el primer mapa detallado del acantilado de Campeche. El equipo utilizó sonares en el buque de investigación Falkor, operado por el Instituto Oceánico Schmidt. Los mapas resultantes se han incorporado recientemente en Google Maps y Google Earth para que puedan ser vistos por los investigadores y el público en general.
Paull ha sospechado durante mucho tiempo que las rocas asociadas con el impacto podrían haber estado expuestas a lo largo del acantilado submarino de Campeche, de 600 kilómetros de longitud, justo al noroeste de la Península de Yucatán. De casi 4.000 metros de altura, este acantilado es uno de los accidentes submarinos más escarpados y altos de la Tierra. Es comparable a una de las paredes del Gran Cañón, a excepción de que se encuentra a miles de metros bajo el mar.
Registro del impacto
Al igual que en las paredes del Gran Cañón, las capas de rocas sedimentarias expuestas en la faz de Campeche proporcionan un registro secuencial de los eventos que han ocurrido durante millones de años. Sobre la base de los nuevos mapas, Paull cree que las rocas formadas antes, durante y después del impacto están expuestas a lo largo de diferentes partes de este acantilado submarino.
De la misma forma que un geólogo puede caminar por el Gran Cañón para cartografiar las capas de roca y recolectar muestras, Paull espera un día realizar un trabajo de campo geológico y tomar muestras a lo largo de la escarpa de Campeche. Hace apenas un par de décadas , la idea de realizar sondeos geológicos a gran escala a miles de metros bajo la superficie del océano habría parecido una fantasía lejana. En los últimos ocho años, sin embargo, esa cartografía se ha convertido en casi una rutina para los geólogos de MBARI utilizando robots submarinos.
Los mapas de nueva creación del acantilado de Campeche podrían abrir un nuevo capítulo en la investigación de uno de los más grandes eventos de extinción en la historia de la Tierra. El análisis detallado de los datos y un eventual trabajo de campo en la escarpa revelarán fascinantes nuevas pistas sobre lo que ocurrió durante el impacto masivo que puso fin a la era de los dinosaurios, pistas que han estado ocultas bajo las olas durante 65 millones de años.

[Fuente]
www.abc.es/ciencia/20131210/abci-primer-mapa-desaparicion-dinosaurios-201312101246.html#.UqcHbOohYN4.twitter

En dos ocasiones el calentamiento global a dado lugar a enanismo entre los mamíferos.

El tamaño corporal de los mamíferos se redujo significativamente durante al menos dos antiguos eventos de calentamiento global. Un nuevo hallazgo sugiere que es posible un resultado similar en respuesta al calentamiento global causado por el hombre, según un paleontólogo de la Universidad de Michigan y sus colegas.

Representación artística del caballo temprano Hyracotherium (derecha), junto a un caballo de hoy en día. Los investigadores encontraron que el tamaño corporal del Hyracotherium disminuyó en un 19% durante un evento de calentamiento global, hace unos 53 millones de años. Crédito de la imagen: Danielle Byerly, Universidad de Florida.
Los investigadores han sabido por años que el tamaño de los mamíferos, como los primates y los grupos que incluyen a los caballos y a los ciervos, se redujo considerablemente durante un período de calentamiento llamado Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (MTPE), hace unos 55 millones de años.
Ahora el paleontólogo Philip Gingerich y sus colegas han encontrado evidencia que también se produjo “enanismo” entre los mamíferos durante un evento menor de calentamiento global que se produjo unos 2 millones de años después del MTPE, hace unos 53 millones años.
“El hecho de que haya sucedido dos veces aumenta significativamente nuestra confianza de que estamos viendo causa y efecto, que una respuesta interesante al calentamiento global en el pasado fue una disminución sustancial en el tamaño corporal de las especies de mamíferos”, dijo Gingerich, profesor de ciencias de la tierra y ambientales.
Los investigadores llegaron a la conclusión de que la disminución del tamaño corporal “parece ser una respuesta evolutiva común” de los mamíferos a los acontecimientos extremos del calentamiento global, “de ahí, que puede ser una respuesta natural predecible de algunos linajes a un futuro calentamiento global”.
El MTPE duró unos 160.000 años, y la temperatura global aumentó en un estimado de 9 a 14 grados Fahrenheit en su apogeo. El acontecimiento menor posterior, analizado en el estudio más reciente, conocido como EMT2 (Eoceno Máximo Térmico 2), duró de 80.000 a 100.000 años y dio lugar, en su apogeo, a un aumento de la temperatura de aproximadamente 5 grados Fahrenheit.
“Curiosamente, el grado de enanismo mamífero puede estar relacionado con la magnitud del evento hipertermal”, dice Abigail D’ Ambrosia, de la Universidad de New Hampshire, y parte del equipo de investigadores.
Los paralelos entre hipertermales antiguos y el calentamiento global de hoy en día hacen que los estudios de los fósiles sean particularmente valiosos, dicen los investigadores.
[Fuente]

Joe, la cría de Parasaurolophus, crecía a un ritmo de dos metros por año.

Investigadores estadounidenses han podido analizar el fósil de una cría de Parasaurolophus, un dinosaurio que vivió hace más de 75 millones de años. Son los restos más jóvenes y completos de este animal encontrado hasta la fecha y han servido a los científicos para describir por primera vez cómo desarrolló la peculiar estructura ósea de su cabeza.

Los descubrimientos de este grupo de expertos del museo Raymond M. Alf de Paleontología y la Universidad de California, publicados esta semana en la revista PeerJ, “han permitido, por primera vez entender exactamente cómo estos ejemplares desarrollan la cresta, que caracteriza a la especie”, señalo Andrew Farke, uno de los autores del estudio. “Los ejemplares de esta especie herbívora tenían un pequeño bulto de hueso que se transformaba en una cresta cuando se hacían adultos”.
Además, “Parasaurolophus crecía con una rapidez ridícula. El análisis microscópico de sus huesos revela que el animal pasaba de ser tan pequeño como un niño a medir dos metros en menos de un año”, recalca Farke.
Tras años de análisis, los expertos han descubierto que la dirección del crecimiento del cráneo del Parasaurolophus es diferente a la de sus congéneres más cercanos. “Comienza a desarrollar su cresta mucho antes y crece durante más tiempo. Esta alteración le permite tener ese cráneo tan característico”, indica el investigador.
Un pequeño gran hallazgo
Las investigaciones no hubieran sido posibles si Kevin Terris, un estudiante de 17 años, no hubiera encontrado por causalidad el fósil en 2009. El joven paseaba por el Monumento Nacional de Grand Staircase-Escalante, un parque natural del sur de Utah (EE UU) plagado de formaciones geológicas, cuando observó un pequeño saliente en una pared rocosa.
Terris comenzó a escarbar hasta lograr extraer la pieza que resultó ser el cráneo en miniatura de este dinosaurio.
[Fuente]

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